24 septiembre 2007

El perro del hortelano: amor versus honor

El amor es una sinrazón. Maravillosa, pero una sinrazón.

En la naturaleza se observa que las hembras poseen sistemas que son casi infalibles para identificar al macho más idóneo, al candidato que mejor garantice la superviviencia de la especie. Son mecanismos simples, que clasifican a los machos según su fuerza, su velocidad, la capacidad para ofrecer protección. Sin embargo, la especie humana ha inventado el amor.

El amor es caprichoso y como tal se le representa con la flecha lanzada por un arquero con los ojos vendados. Parece, por tanto, poco fiable. Lo que si parece ancestral, es que la hembra elija.

Ahora, la mujer busca una seguridad y busca una pareja para formar una familia. Pero esta búsqueda no la realiza en la adolescencia sino alrededor de la treintena.

Recuerdo que en la obra "El perro del hortelano" de Lope de Vega, y en la adaptación al cine de Pilar Miró, se plasma la superioridad del amor por encima de las imposiciones de las clases sociales. No obstante, el amor tiene una edad y la edad de la pasión amorosa es más patente en la adolescencia que en la madurez de la treintena.

Esta demora en las elecciones más definitivas para la convivencia en pareja parece deberse a la integración laboral de la mujer. Ahora, la mujer trabaja, y no depende económicamente del hombre como hace 50 años. Ahora puede casarse con quien quiera y si quiere no se casa.

22 septiembre 2007

Pasarela Cibeles en los pueblos





Cada verano, el calor nocturno expulsa de sus hogares a "los jueces de las vidas ajenas".

Las calles de las pequeñas poblaciones se tornan en "pasarelas" por las que desfilan parejas, familias o solteros y solteras, que son objeto de evaluación y cotille
o. Los miembros del jurado deciden que destaca en la vida de otras personas, y ya se sabe: "Quien no tiene vida propia necesita vivir la vida de los demás".

En este blog suelo encadenar REALIDAD Y FICCION y recuerdo una famosa película premiada con un oscar:
La Vida de los otros, donde el espionaje se eleva al máximo para destrozar la vida de los ciudadanos en aras del poder del Estado de la Alemania comunista.

Ese jurado que tiene su estrado en la puerta de sus casas, cada noche se adentra en la intimidad de los demás que pasean delante de sus inquisidores vecinos. Crean medias verdades que terminarán siendo las mayores mentiras: "fulano dicen que...." , "pues la hija de.....", "creo que esos se separan...".

Los chismosos jueces se divierten al ver a la gente desfilar delante de sus sillas y hamacas. Pero también, la envidia les corroe y los reduce a meras cotorras y garrulos.

El talón de Aquiles.

Tetis, madre de Aquiles, intentó hacer inmortal a su hijo sumergiéndole en la laguna Estigia.
Sin embargo, al sujetarlo por uno de sus tobillos, dejó el talón sin mojar y esto hizo que la inmortalidad le cubriera todo su cuerpo excepto el que sería su vulnerable talón.

La debilidad de Aquiles, su talón, está también presente en nosotros. La humanidad también presenta, al igual que Aquiles, su punto débil. Ese punto es buscado por los algunos individuos para obtener provecho de la debilidad de los demás.

Esas personas que se aprovechan de nuestro talón de Aquiles son manipuladoras. La manipulación la pueden lograr mediante diversos métodos.

A veces, con falsas promesas que aseguran beneficios y ventajas fáciles, a través de campañas publicitarias, por ejemplo. Otros abusos más hirientes a través de engaños y estafas.

En otros casos, la manipulación nace de nuestro interior, de las propias convicciones que nos nublan la visión de la realidad. Ocurre cuando estamos afectados por nuestros miedos y deseos.

Nuestro miedo puede reducirse y también podemos controlar nuestros deseos o vanidad. Pero será imposible eliminarlos totalmente. Para evitar, que los manipuladores obtengan ventaja de nuestro talón de Aquiles, debemos reflexionar y tomar decisiones calmadas, sin la impaciencia que en ocasiones nos domina por miedo o deseo.

 L a historia de amor de Benlliure en Ciudad Rodrigo. A los pies de Ciudad Rodrigo fluye el río Águeda. Su imponente parador, antigua fortal...