Al regreso de mi peregrinación por tierras gallegas
tengo la impresión que Galicia es una región
afortunada.Además, de que la forma que adoptan
al unirse sus cuatro provincias se asemeja a un
trébol de cuatro hojas, cuenta con una fabulosa
conjunción de costas y bosques que otorgan una
sensación de magia y misterio. Cela, escribió en
su novela "Madera de Boj" que ojalá pudieran
cruzarse pulpos con sirenas, así podrían criarse
putas de piscifactoría todas teñidas de rubio.
El verde profundo tapiza Galicia. Valles y
montes están alformbrados de helechos y
mirtos. Bosques omnipresentes de robles
(carballos, en gallego), fresnos, ciruelos,
manzanos, abedules, tilos, pinos, bojes,
entre otros. No he experimentado nunca
tanto placer al conducir por una autovía
como el que ofrece el paisaje de la autovía AP-9.
El trayecto transcurre entre bosques y puentes.
Los vértigos acechan porque parece que el
coche sobrevuela sobre el bosque y entre los
árboles se divisan casas escalando las laderas.
Desde Vigo a Pontevedra y siguiendo hasta
Santiago, la carretera (a pesar de los
precios de
los carburantes) se convierte en un
placentero viaje, aunque no sea la sinuosa
vía que bordea la costa.
Esta tierra, plagada de cruceiros para alejar a
las meigas. Se encuentran entre las callejuelas
que desembocan en la mar y que confieren a
Combarro un aire medieval. Algunos de estos
cruceiros (siete) se pueden ver en el barrio de
Combarro, declarado conjunto histórico artístico
en 1972. Combarro está en Poio, muy cerca de
Pontevedra. Tienen la característica de tener
la imagen de Cristo mirando hacia tierra adentro
y en el reverso, a la Virgen, que mira hacia la mar.
Paseando por esos rincones laberínticos de Combarro
una anciana que lavaba mejillones en el borde
de la ría de Pontevedra (el borde de esas
callejuelas es bañado por el Atlántico)
me contaba por paseaba, hace años, cuando
ella era una muchacha, se cubría de agua al
subir la marea y se inundaban sus casas.
Después, cuando se construyeron diques y
embalses, la ría se amansó y dejó de anegar
las calles de Combarro.
Está contención del mar en las rías baixas me
recordaba el descontrol de algunos chicos
antes sus maestros. El respeto a sus profesores
se perdió al quitarles la autoridad, en parte por
apatía de los padres. El respeto se aprende
en casa, con la familia. Ese respeto debe ser el
necesario dique que contenga y modere la marea
de la adolescencia.
Pero volviendo a las leyendas me referiré
a la que habla del origen de las cinco
RIAS BAIXAS (Galicia tiene un total
de diecinueve rías), que son las que he
visitado esta semana. La leyenda permite
memorizar los nombres y la situación de
esas rías: "Cuentan que cuando Dios
terminó la creación del mundo y descansó
al séptimo día lo hizo apoyando su mano
derecha en Galicia, naciendo así las RIAS
BAJAS o BAIXAS.
La huella de los dedos de Dios dejó
cinco surcos que ocupó el mar adentrándose
en la tierra.. El pulgar originó la ria de
Concurbión, el dedo ínice formó la ría de
Muros y Noia, el corazón constituyó la ría
de Arousa, el anular canalizó la ría de
Pontevedra y el meñique cró la ría de Vigo".
En la ría más septentrional, la de Corcubión tenemos
la famosa Costa da Morte o Costa de la Muerte que
ha contemplado innumerables naufragios y
ha enlutado a muchas familias.
Y finaliza en el cabo de Fisterra o
Finisterre, que es el punto más occidental de la
Península. Desde estos lugares podemos admirar
maravillosas puestas de sol. Otra leyenda dice que
un legionario romano, en Fisterra, vio el atardecer
y al ver hundirse el sol en las aguas del océano
pareció escuchar el mismo ruido que hace en la
fragua el hierro al rojo vivo cuando lo meten en el
agua para templarlo.
En la ría de Vigo, como un dique arrancado al paraiso
se encuentran las islas Cies, que cuentan con la
considerada, por The Guardian en 2007, la mejor
playa del mundo: la playa de Rodas. La describia
el periódico ingles como una playa con aguas
cristalinas color turquesa, arena fina junto los
bosques. Las islas ocupan una superficie de unas
433 hectáreas.
El límite con Portugal lo preside el Monte de
Santa Tegra o Santa Tecla, que tiene a sus pies la
desembocadura del rio Miño. Y en sus laderas
poblados de los antiguos castros.
En cuanto al clima de Galicia no deberíamos guiarnos a rajatabla por los comentarios que aseguran que siempre llueve, aunque el inmenso bosque, claro, tiene un precio. Tal vez, debamos dudar y pensar que tenga algo de leyenda, al menos en la zona más meridional de las rias baixas. Se sabe que la costa gallega está beneficiada por la corriente del Golfo de México, que suaviza las temperaturas. En este sentido hay estadísticas que indican que los días de sol de Vigo y Santa Cruz de Tenerife son similares. También se registran en Orense temperaturas máximas parecidas a las de Écija (sartén de Andalucía).
Sobre sus gentes podemos recurrir al tópico: la ambiguedad de los gallegos. Es difícil arrancar un sí o un no a un gallego, Parece que utilizan la estrategia de responder con otra pregunta. Aunque la cultura global, recordemos que las romerías-peregrinaciones a Santiago de Compostela, para visitar al apóstol, congregan a peregrinos de todo el mundo: desde China, hasta Argentina; desde Islandia, hasta Australia, como lo acreditan las monedas que en donativo dejan en la catedral, van unificando los rasgos humanos y el trato en todas partes, creo que permanece esa retranca en la forma de hablar que parece que no contestan, que te hacen dudar. Conocida es la anécdota sobre el retranqueo.
Estaban dos amigos hablando sobre un perro flaco y uno le dice al dueño:
- Dále de comer al pobre chucho, hombre.
-¡ Bah, para lo que hace.!
-Pues entonces, mátalo.
-¡Bah, para lo que come.!.
Un contraste en cuanto a la economía de Galicia.
Sabemos que Galicia es el segundo productor
mundial de mejillones, tras China. Las bateas
(viveros que consisten en plataformas encladas
en el mar, de las que penden cuerdas, donde
se asían moluscos, principalmente mejillones)
dominan el paisaje de las rias. Pero también,
paseando por algunos rincones como O Grove
o Poio he visto a decenas de mujeres,
veteranas mariscadoras, con el agua hasta las
rodillas, recoger marisco.
Templo votivo de Panxón
Pulpos (delicioso el pulpo a feira o pulpo
a la gallega), nécoras, percebes, vieiras,
zamburiñas... frutos del mar, los llaman
los franceses. Aunque no olvidemos la huerta
gallega; en Galicia los tomates saben a...tomates.
ISLAS CIES