30 marzo 2013

SEVILLA, "La Madrugá"


Una visita a Sevilla, en Semana Santa, agotará al más fervoroso visitante que
quiera contemplar las imágenes que recorren sus calles cada comienzo de la
primavera.

Para recuperarse de esos paseos interminables, que te llevarán del barrio de La
Macarena, al barrio de Triana, pasando por el del Arenal y el de Santa Cruz, tendremos que disfrutar del "tapeo" que nos brindan sus bares. Y si queremos contemplar la ciudad desde una privilegiada atalaya disponemos del Espacio Metropol Parasol, que, situado en la plaza de la Encarnación, nos ofrece un mapa tridimensional de la ciudad. El arquitecto berlinés Jürgen Mayer, que lo diseñó, recibió la crítica de los sevillanos, al bautizarlo, en 2011, como "las setas de la Encarnación". Ahora es uno de los nuevos iconos de Sevilla.


Si Sevilla tiene un sabor especial, sin duda es por su aspecto, tan blanco y tan albero,
tan bañado en plata y oro. Sus fachadas con ese aire decadente y plácido acogen al visitante y le recuerdan que desde aquí se abrió la puerta al Nuevo Mundo.

Pero el fervor que Sevilla siente por sus tradiciones en Semana Santa nos lleva a perdernos en la noche mágica de "La Madrugá" y contemplar a la Esperanza Macarena
que levita por la calle Trajano a hombros doloridos de costaleros insomnes. Son unos 3.200 penitentes que "armaos" como una legión moderna toma la ciudad. Centelleantes las esmeraldas que porta en su pecho recuerdan la tragedia del torero Joselito El Gallo, que se las regaló. 

La recuperación del espíritu (y del estómago) puede llegarnos al alba, Gracias a un chocolate caliente con churros. Paralela a la calle Sierpes está la calle Cuna y en la esquina con la calle Imagen podemos pasar al restaurante Baco. Desde su interior puedes ocupar un lugar privilegiado para ver algunas procesiones.  Otros restaurantes como Casa Robles son de sobra conocidos, aunque la reserva es casi obligada. Un consejo, si a la entrada de un restaurante, mientras esperas que te asignen una mesa, delante de tí, también hay una familia con un niño que llora, que incluso berrea... piensa que es una moderna esfinge que te impide la entrada y que te fulminará en el comedor, si entras.

En Sevilla, mientras esperas, atrapado entre la multitud, viendo pasar las maratonianas procesiones es frecuente escuchar las disertaciones "entendidas" de alguien que suele presumir de conocer al detalle todo lo que rodea a las cofradías, horarios de paso, número de penitentes y no se cuántos datos más. Pueden resultar amenos, al principio,
pero desesperantes a la larga. Suelen conocerse, cariñosamente, como "capillitas". Si coincides con alguno, y estás cerca del recorrido que constituye la "carrera oficial" debes saber que habrás hecho tu particular "Estación de Penitencia".

Has cruzado el Guadalquivir y es Viernes Santo, la Esperanza de Triana, "la Trianera" ha regresado a su palacio en la calle Pureza. Algunos sevillanos, de otras cofradías dicen que es la más "alegre" de las vírgenes en su procesionar.

Muy cerca puedes visitar al conocido como "El Cachorro". Es el Cristo de la Expiración, está en la Basílica del Santísimo Cristo de la Expiración, en la calle Castilla. Una escultura de proporciones aúreas, una obra cumbre de la imaginería barrroca, tallada por Francisco Antonio Gijón en 1682. No puedes evitar el recuerdo de  uno de los grandes del Renacimiento como es Bernini.
 Al mediodía, en el laberinto del centro de Sevilla, cerca de la Plaza de Magdalena, te sientes desfallecer. El "jet lag" de "La Madruga" te aguijonea el cerebro.  Pero tu olfato actúa como el mejor GPS del mundo, y te orientas gracias al aroma del adobo que proviene del imprescindible Blanco Cerrillo. Aceleras el paso por la calle Velázquez y guiado por ese inconfundible olor a fritura,  en la esquina con la calle José de Velilla, encuentras la salvación: cerveza fría, suave, y "pescaíto". Camareros y cocineros, frenéticos, con su acento gracioso, te atienden y te anotan el precio de la ración,  en la barra húmeda y reluciente, con una tiza. Sientes que el tiempo se detiene por un instante, hasta que ves que escribe en euros.  Si después, te apetece tomar un café o un helado, puedes acercarte al moderno Café de Indias. Pero márchate rápido porque "El Cachorro" está empezando a cruzar el Guadalquivir.   Aunque no sea un lugar relacionado con las procesiones de Semana Santa, considero imprescindible adentrarse en la Iglesia de Santa María la Blanca. Esta pequeña joya que está repleta de filigranas de yesería fue una antigua sinagoga. Reformada en el siglo XVII como queda patente en la fachada y en el barroquismo del interior, cuenta con una obra de "La última Cena" atribuída a Murillo. Está cerca de los jardines de este famoso pintor sevillano. El barrio de Santa Cruz se abre para nosotros y la Giralda nos sirve de faro.   Los grandes tesoros deben admirarse siempre y la ocasión puede ser cualquier época del año.Por eso, es obligada una visita a la Catedral , la catedral gótica cristiana más grande del mundo y al Real Alcázar (el Viernes Santo está cerrado), que nos recordará a esa maravilla del mundo que es la Alhambra de Granada. Sin duda, nos dejarán con el mejor sabor de boca imaginable.

 L a historia de amor de Benlliure en Ciudad Rodrigo. A los pies de Ciudad Rodrigo fluye el río Águeda. Su imponente parador, antigua fortal...