08 agosto 2011

Realidad productiva y Ficción financiera.

De la realidad productiva a la ficción financiera
podría ser el tránsito que está sufriendo la población
de las grandes potencias económicas occidentales, a lo
largo de los últimos cincuenta años. En los años 60 se
invertía en la inversión productiva, en la llamada
economía real, sin embargo, aparecieron los "AMOS DEL
UNIVERSO" y desde Wall Street implantaron la economía
especulativa, la ingeniería financiera.

Ya hice mención hace poco tiempo a películas como
la propia "Wall Street" de 1987, que anunciaba el
cataclismo financiero. A través del auge y caida de
de los poderosos ejecutivos de los bancos de inversión.
Recuerdo la escena final entre Martín Sheen, que
aconseja a su hijo, especulador de la finanzas, lo que
considera debe hacer, en un diálogo lapidario:
"Crear, en vez de vivir de lo que compran y venden
los demás".

Noam Chomsky, hablaba recientemente de ese cambio que
se produce en nuestras vidas con el feroz capitalismo:
"el desplazamiento de las preferencias de inversión de
la producción industrial a las finanzas, los seguros y
los bienes raíces". En definitiva, el triunfo de la
desregulación financiera para que los mercados se desbocaran.
El todo vale para ganar más y más dinero a corto plazo.
Robert Solow, premio Nobel de Economía, cuestionaba como
la gigantesca máquina puesta en marcha por los grandes
bancos de inversión americanos, podría mejorar la economía
real.

Si persiste la agresión de los mercados financieros a
los gobiernos democráticos, estos terminarán siendo rehenes
de los gigantes de la especulación financiera y de las
corporaciones multinacionales. Porque observamos que
cualquier medida para solucionar los problemas de la
crisis mundial pasa por recortar todos aquellos
derechos sociales conquistados con el esfuerzo, durante más
de medio siglo, de los partidos progresistas (socialdemocracia).

Los tiburones financieros, los "yuppies" que aparecen en los
años ochenta, tan bien reflejados en esa película, son el
principio de la ola liberal, del tsunami capitalista.

Hasta se propugnaba que es mejor invertir que
votar. El pueblo debe comprar bonos en lugar de ir a votar.
Recomiendo también el libro "El ocaso de la soberanía" de
Walter Rieston, donde se puede leer que "los mercados son las
únicas máquinas electorales".
Incluso los laboristas ingleses, durante la campaña electoral
de 1997, contaban con este lema: "Los negocios son más
poderosos que el Gobierno. Más rápidos, Mas creativos".

En la actualidad, acusamos de la delicada situación de
muchos países a las agencias de calificación y los insaciables especuladores, pero no debemos olvidar que de aquellos polvos
de los años 70 y 80 vienen estos lodos. También me
pregunto, como asegura Manuel Gerena, si esto es debido
a que la mayoría ha mordido el anzuelo del consumismo y
ha caído en la trampa del capital.

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