La extraordinaria película EL SILENCIO DE LOS CORDEROS presentaba al sádico Annibal Lecter como un amante de la música clásica. El gran actor Anthony Hopkins, ganó el Oscar al mejor actor, y su personaje se deleitaba de piezas como las "Variaciones Golberg", mientras como un gourmet degustaba placeres culinarios macabros.
Podemos escucharlas y maravillarnos de la música de Bach con su "Magnificat" y a continuación, ver algunas sanguinolentas imágenes de EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.
Para terminar, disfrutemos con Mozart y su "Flauta Mágica".
El catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramon Llull de Barcelona, Santiago Niño Becerra, citaba en un artículo publicado en La Vanguardia en el año 2007 la película Rollerball.
Las profecías de este economista parecen cumplirse con la crisis mundial de la deuda pública. El artículo al que me refiero se puede leer al final de este post.
En la película Rollerball, inspirada en la novela "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, contemplamos como en el año 2018, la humanidad está obsesionada con un deporte que atrapa y arrastra a toda la población. Los hombres y mujeres de ese futuro no lejano, además de la locura por el Rollerball están disfrutando de placeres y fiestas dionisiacas en fabulosas mansiones. La banda sonora contiene joyas de la música clásica como el Adagio de Albinoni o la Tocata y Fuga de Bach.
En Rollerball vemos que las multinacionales dominan el mundo porque han liquidado los gobiernos de los diferentes paises. Han desaparecido los ciudadanos libres que antaño elegían a sus gobernantes. Esa capacidad para decidir fue aplastada y ahora la población está entregada e "hipnotizada" contemplando el violento deporte conocido como Rollerball.
Hay dos versiones de la película: una de 1975 y otra de 2002. Estos son fragmentos de ambas. Al final, lo mejor... Bruce Springsteen.
Para compensar los malos presagios de un economista como Santiago Niño Becerra, que por cierto, dio en el clavo con el artículo mencionado al principio, recomiendo el electrizante optimismo que destila esta canción de Bruce Springsteen.