09 julio 2010

A por los naranjitos


Somos admirados por nuestro fútbol. Y aunque recuerdo
una frase de Borges que reprochaba a los ingleses
haberlo inventado, tachándolo de estúpido juego y
diciendo que el fútbol es uno de los mayores crímenes
cometidos por Inglaterra, creo que si el genial escritor
argentino hubiese visto viese jugar a Iniesta, Villa, Xavi
y demás magos del balón, tal vez, no se mostraría tan
molesto con la invención de este deporte.

El gran mosaico rojo que conforma la afición está
mostrando mayor cohesión de la que algunos aducen
como carencia. "Lo que el fútbol ha unido, que no lo
separe el hombre
". No es tan fácil de romper la unidad en
momentos de triunfo. Quince millones de españoles seguimos
el partido que nos catapultó a nuestra primera final en un
campeonato mundial de fútbol. La alegría desbordante por
el éxito aglutina sentimientos comunes en todas las
regiones. Parece preferible equivocarse con entusiasmo
que la apatía de los que presumen de sabios.
Es más grave la falta de iniciativa que el miedo
a confundirse.

Algo de esto se vio en el partido que nos clasificó ante
Alemania. Porque la selección española de fútbol desde
el primer momento tomó las riendas del partido ante los
alemanes, que salieron acobardados y con temor.

Ahora, en la final, nos enfrentamos a Holanda. Debemos
respetar al rival porque, entre otras cosas, los holandeses
llevan veinte partidos sin perder. Y como decimos muchas
veces, y aunque el pulpo adivino apuesta por España,
no olvidemos que hasta que pase el rabo hay toro.
Como última sugerencia: Por favor, no seamos de
claxon fácil, sobre todo, a partir de ciertas horas
de la noche.

Para terminar, una alusión a la envidia, ese pecado
capital que solemos cometer y que parece ser el mayor
defecto de los españoles. Vamos a intentar transformarla
en virtud porque la envidia es la religión de los mediocres
y estamos a punto de demostrar, que en el deporte, somos
los mejores.

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